Últimamente observo
que tu lenguaje
se ha poblado de quejas:
sobre la política rastrera,
sobre la economía asfixiante,
sobre el trabajo complicado,
sobre la salud inalcanzable,
sobre la vida,
al fin y al cabo.
Íntimamente siento
una frustración agitante,
una incomodidad sincera,
un malestar interno y
un nerviosismo extraño
como consecuencia
de ese enorme bosque de quejas
que ensombrece tu vida.
Sinceramente,
Necesito y persigo
una tranquilidad desértica,
una serenidad de ultramar.
Algo así como
una comprensión
y un apoyo sincero
Empáticamente,
te pido
que hagas cosas en vez de enrocarte en la dificultad
que pienses que todo lleva un esfuerzo
que entiendas la vida recompensa a los que no se rinden
y te sugiero que te entregues
con pasión a tus sueños
porque la queja solo conduce al dolor.
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