En Toledo siguen quedando rincones tranquilos, con la pátina de decadencia y la huella humana del detalle del hombre con su entorno. Aquí, es donde mejor se expresa la creatividad, intentando aportar belleza al mundo, aquí es donde el arte popular cobra todo su sentido y aquí donde el deseo de vivir en armonía con el entorno es real. Los caprichos del azar generan microcosmos únicos y espacios de humanización de la ciudad sin pretensión turística ni deseo de exhibición. Veo esta imagen como un detalle de los universos paralelos que confluyen: el Toledo de los que vivimos Toledo frente al Toledo de los que nos visitan. ¿Qué es Toledo? Ese diálogo.