Artículo publicado por El Consorcio de Toledo.
Desde la puesta en marcha del blog de la Sección de Vivienda del Consorcio de Toledo una de las principales inquietudes
de sus creadores ha sido la de enriquecer, por diferentes vías y medios, las entradas con las que se nutre nuestro sitio web. Una de ellas, y quizás la más interesante, es la de contar con
colaboraciones externas de profesionales y expertos en diversos temas relacionados con Toledo y la rehabilitación. Es por ello que hoy traemos a nuestro cuaderno de trabajo unas lineas escritas
por Pedro Salvador, fotógrafo, tenaz profesional que ha documentado gráficamente estos últimos tres años, la labor del Consorcio en los edificios residenciales de nuestra ciudad
histórica. Hemos pedido a Pedro Salvador que nos muestre esta vez con palabras, y no con fotografías, lo que hay detrás de su cámara, su trabajo, su sentir al visitar interiormente el
entramado urbano:
A veces, el azar nos conduce por senderos impredecibles y éste es un ejemplo claro. Creo recordar, que llegaron al Consorcio de Toledo unas fotografías que documentaban el proceso de la
restauración de mi vivienda. Un trabajo cuidado que había desarrollado para mi uso personal y que, consecuentemente, no perseguía sino reflejar desde una estética que jugara con lo artístico, un
fase de trabajo de restauración. Tras unos meses de conversaciones, dosieres, entrevistas, presupuestos y otras cuestiones, tuve mi primer encargo: documentar una serie de actuaciones en materia
de restauración, conservación y restauración del Consorcio de Toledo y hacer un catálogo.
Mirada, antecedentes y adaptación
El reto que tenía por delante era complejo por diversas razones. Por un lado, todo cambio comporta un proceso de adaptación. Por otro lado, la creatividad es una de mis señas de identidad, pero tenía que hacer una fotografía eminentemente técnica. Me costó un tiempo comprender las necesidades reales de una institución en la que las bases de la fotografía de arquitectura juegan un papel fundamental. Sin embargo, la actitud constructiva, el diálogo y la persistencia me llevó a entender dónde estaba el margen entre un trabajo técnico y la visión de un autor: en la búsqueda de la complementariedad entre técnica y creatividad.
El proceso fotográfico
Toda fotografía lleva consigo la historia personal del fotógrafo, porque fotografiar es narrar. Y cuando narramos estamos contaminados de nuestro lenguaje. Del mismo modo que cuando hablamos escogemos mentalmente las palabras que vamos a decir, cuando pulsamos el disparador, escogemos mentalmente el momento que deseamos “congelar”. En ambos casos, estamos condicionados por lo que queremos decir: por el significado.
En mi caso, soy antropólogo, vivo hace más de un cuarto de siglo en el Casco Histórico, amo nuestro patrimonio, mi pareja es restauradora, nos apasiona el arte y disfrutamos de cada rincón de Toledo, restauramos nuestra casa, nos emocionamos con intervenciones que vemos en la ciudad para conservar este legado histórico o con las rehabilitaciones de las casas de nuestro amigos. Todo eso, modela un trabajo fotográfico que hacemos porque nos gusta.
El flujo fotográfico que desarrollo es muy intenso. Intento controlar todo el itinerario, desde la hora de la cita para tomar imágenes basándome en la luz, hasta la impresión final después de maquetar personalmente el catálogo que recoge la selección de varios meses de producción visual y que entrego al Consorcio.
En primer lugar, planifico junto a José María el programa de visitas a los diferentes espacios intervenidos por el consorcio, considerando: el itinerario más lógico, las agendas de los propietarios, las horas de luz disponible al día, si se ha rehabilitado solo la fachado o hay elementos interiores como patios, cuevas, etc. En función del tipo de elemento que es necesario documentar, escojo el equipo necesario. Suelo llevar un par de cámaras y tres o cuatro objetivos. El trípode es un elemento fundamental. Utilizo uno de carbono que es muy ligero, porque si no el peso puede ser desalentador para desplazarse por el casco o incluso para moverse dentro de espacios que en ocasiones pueden ser estrechos. En general, no utilizo el trípode para exteriores, pero depende en gran medida de las condiciones de luz del día, de la hora, de las características del lugar, etc.
Busco estar muy tranquilo y concentrado, mientras tomo imágenes. Lo óptimo es estar sólo, porque para un observador externo, suele ser agotador ver cómo se toman fotografías, cómo se cambian las lentes, cómo modificamos el ángulo, cómo corregimos la exposición, etc. Y, particularmente, no termino hasta que no estoy seguro de haber capturado lo que quiero conseguir. Pienso que cualquier amante de la fotografía entiende perfectamente lo que quiero expresar. Los fotógrafos nos convertimos en sujetos que acaban con la paciencia del más paciente de los acompañantes… y no soy una excepción. A veces, incluso necesito volver a un lugar para verlo con otra luz o a tomar un detalle que descubro en el procesado de la imagen.
Intento combinar panorámicas, detalles, planos medios, macros, etc., basándome en la necesidad de la imagen: una fachada, probablemente requerirá una panorámica que es la unión mediante procesado de diferentes imágenes para conseguir una imagen que abarque un campo más amplio de visión; un alfarje policromado, quizás pueda ensalzarse con un “macro” que es un objetivo que magnifica el tamaño del objeto representado. Básicamente, mi criterio se basa en las necesidades técnicas de documentación del Consorcio previamente previstas y en una especie de intuición sobre algún aspecto particular que pretendo documentar. Por ejemplo, un detalle que el propietario de la vivienda me señala, o algo que considero de especial interés.
Es reseñable que el ojo evoluciona y al final, se adopta una forma de mirar que combina tanto el presente, como las posibilidades que las herramientas de procesado posterior permiten. Por ejemplo, aunque una imagen pueda parecer subexpuesta, de antemano sé si la fotografía me permitirá manipular el Raw (es el equivalente al negativo digital) con el alguno de los programas de edición que utilizo: Photoshop o Lightroom. En conclusión, la imagen la tomaré, pensando en las potencialidades que me dará tras pasar por Photoshop y ser procesada
En consonancia con lo que acabo de reflejar, cada imagen, está revelada/procesada en el ordenador: se eliminan las manchas del sensor u otra irregularidad que afecte a la fotografía; se ajusta la exposición y otros parámetros hasta conseguir un histograma equilibrado (una imagen con una exposición correcta ); se corrige la perspectiva, se elimina la aberración cromática, los halos, etc. Algunas fotografías están tratadas por zonas, otras requieren de filtros para optimizar el balance de blancos, añadir un viñeteo, variar el contraste, etcétera. Quiero decir que cada imagen lleva tiempo, casi siempre tanto como requiera para quedar satisfecho.
Al final, normalmente, todas las imágenes pasan por dos personas que actúan como control de calidad antes de pasar a maquetación: Yolanda, como restauradora y como especializada profesionalmente en arte y por José María del Consorcio, como técnico especializado en arquitectura y restauración. Tengo que decir que su apoyo es clave y que son una fuente, aunque no exenta de esfuerzo extra, de aprendizaje fotográfico.
Toledo Privado
Algo estimulante de este trabajo, es la oportunidad de acceder a un Toledo íntimo, a un Toledo Privado. Doy fe de que esta ciudad esconde maravillas a las que no se tiene acceso.
Por eso, me parece fundamental, la generosidad de los vecinos que abren las puertas de sus casas para que puedan ser documentadas. Así como el papel de divulgación que se lleva a cabo desde a el Consorcio de Toledo para que los ciudadanos puedan acceder (lógicamente con el beneplácito de los propietarios de las viviendas) a contemplar un Toledo secreto a través de la fotografía.
Pedro Salvador
Fotógrafo y Antropólogo
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