Mantener en la mochila la cámara analógica, en mi caso, la Nikon FM3 A con un Carl Zeiss de 50mm f 1.4 es uno de los placeres, teñidos de romanticismo que mantengo como buena práctica. Suele ayudarme a pensar más cada disparo y me empuja a analizar con mucha más calma cada captura, lo que me ampuja a aprender más de este arte visual. Esta toma la hice en casa de Pablo Sanguino, jugando con el desenfoque y lo curioso del motivo. Puedes ver la foto en la sección de fotografía: fm3a
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